martes, 4 de junio de 2013

El Sur

Un vouyerista telefónico inspiró mi novela Lengua de hierro, confiesa Andrés Acosta

Oscar Ricardo Muñoz Cano

“Hace unos años conocí a alguien que tenía como pasatiempo dedicarse a escuchar las conversaciones telefónicas de los demás, de gente que él no conocía. Tenía unos aparatos para interceptar las señales de los celulares y de los inalámbricos. Como sabía que era un delito, lo hacía a escondidas, en una cochera. Era un vouyerista auditivo y le gustaba conocer la intimidad de los otros a través de sus diálogos privados. Así fue como con la ayuda de un escáner de frecuencias, se dedicó a conocer los detalles de la vida íntima de un grupo de personas. Yo supe de algunas de sus experiencias como vouyerista telefónico y a partir de ahí se me reveló la inquietud de crear una serie de historias entrecruzadas, contadas directamente por sus protagonistas, a través del teléfono. Por supuesto que mi novela es pura ficción, pero su origen es bastante real”.
Así narró el escritor guerrerense Andrés Acosta, el cómo se le presentó la idea de lo que a la postre sería su novela Lengua de hierro, con la que obtuvo en 2007 el Premio Nacional de Novela Ignacio Manuel Altamirano, y que recientemente fue publicada por el Instituto Guerrerense de la Cultura dentro de su colección editorial en colaboración con la editorial Praxis.
Acosta, nacido en Chilpancingo en 1969, comentó en entrevista que al escribir Lengua de hierro apostó porque los personajes hablaran sin que un narrador interviniera para nombrarlos ni tampoco hiciera acotaciones; “ninguna indicación ni descripción acerca de su entorno. El lector debe identificar a cada personaje y desentrañar las historias prestando atención a lo que cada uno dice durante su turno. De hecho, había pensado originalmente hacer una especie de guión radiofónico para que el espectador tuviera la experiencia real de escuchar a los protagonistas. Pero la obra creció y creció hasta llegar casi a las 200 cuartillas y se convirtió en una novela con muchos personajes”.
El resultado, agregó el escritor, “es una especie de enjambre de cables cruzados que conectan a distintos interlocutores a la vez”.
Al hablar de la comunicación actual y sus dificultades, en el contexto de tu trabajo, Acosta reveló: “Desde la infancia tuve algunas pesadillas recurrentes sobre teléfonos con voces que sonaban cada vez más débiles y deformadas. Una de mis dificultades siempre ha sido la comunicación humana, estuve a punto de nacer dentro del espectro del autismo. La comunicación con las personas ha sido mi talón de Aquiles y, el teléfono, no sólo no me ha ayudado, sino que en muchas ocasiones se ha convertido en un obstáculo para llegar a los otros. No sé para los demás, pero para mí, entre mayor grado de sofisticación alcanza un teléfono, mayor dificultad establece para cumplir con su tarea principal. ¿Cuántas veces no hemos visto parejas que, en vez de hablarse, permanecen abstraídas, como zombis, con el cuello doblado hacia las pantallas de sus aparatos?”
No obstante, y volviendo a su novela, declaró que finalmente cada lector de Lengua de hierro debe llegar a sus propias conclusiones. Sin embargo, acotó: “algo que me hizo notar aquel vouyerista anónimo, fue que, tarde o temprano, la gente miente, engaña por teléfono”.
Al preguntarle sobre el hecho de que su novela fuera publicada en la colección del IGC, Andrés Acosta dijo: “Estoy muy contento de que mi novela se edite en una de las colecciones del IGC. Se trata del primer proyecto serio, en forma, de editar autores guerrerenses contemporáneos y este hecho es equiparable a llegar, en nuestro estado, a la invención de la imprenta. Ya no dependemos sólo de la tradición oral. Por fin tendremos la oportunidad de publicar y de leer autores de nuestra región o de otras latitudes, que hablen de nuestro estado. El haber inaugurado estas colecciones, en particular, por iniciativa de Citlali Guerrero, parece un hecho trascendente dentro de la historia de la cultura local”.
Andrés Acosta actualmente promueve dos novelas para el público juvenil: Olfato y su segunda parte, Subterráneos. Asimismo, cursa su segundo año dentro del Sistema Nacional de Creadores, para lo cual escribe una novela, e imparte algunos talleres de creación literaria.
Nota del periódico el Sur http://suracapulco.mx/archivos/83884